Investigación sin teoría?

Denise Gastaldo

En el area de la salud persiste todavia el debate sobre la posibilidad de producir conocimiento válido sin la utilización de un referente teórico (Gastaldo et al., 2002). La investigación en salud, no sólo la enfermera, se caracteriza por tener un fuerte componente empírico, es decir, existe una fuerte creencia de que los datos observados y las experiencias son representaciones fidedignas de la realidad y que pueden ser utilizados sin la necesidad de interpretación a partir de un referente teórico (“face-value use”).

El actual impase entre teoría y empirismo tiene su origen en la forma en como concebimos las disciplinas del área de la salud. En el caso de Enfermería, si consideramos que los determinantes de la salud son casi exclusivamente sociales (con excepción de la genética), supondríamos que las Ciencias Sociales deberían tener una presencia importante en formación de las enfermeras. Sin embargo, tradicionalmente la Enfermería fue definida como el cuidado de las personas enfermas, lo que requiere una sólida formación en técnicas para cuidados, fisiología y patología.

Estas perspectivas sobre Enfermería están basadas en teorías, pero su preponderancia en el discurso dominante en la profesión durante décadas, hizo innecesario que fueran nombradas. Al hacer la transición hacia la investigación como base de la práctica profesional, con modelos como la Enfermería Basada en la Evidencia en los años 90, la Enfermería se acercó al modelo bio-médico, que predominantemente basa su investigación en el paradigma post-positivista. Simultaneamente, las teorías de enfermería perdieron prestigio, porque muchas no fueron sostenidas por resultados de investigación (lo más deseable en este momento) y porque la tendencia hacia la interdisciplinaridad pide que Enfermería produzca un saber, que informe su práctica, pero también, que ofrezca nuevo conocimiento para distintas disciplinas, generando nuevos diseños metodológicos y el avance de perspectivas teóricas compartidas.

Si contemplamos el cambio ocurrido en la enfermería española en las últimas décadas, tenemos razones para pensar que pronto los resultados de investigación serán guía para toda la práctica. Pero, ¿es eso sinónimo de mejora de la calidad de la asistencia desde la perspectiva del usuario? Mirando hacia el pasado reciente, podemos polemizar, por ejemplo, a partir de la utilización de resultados de estudios sobre la Educación para la Salud. A través de la investigación, se llegó al consenso sobre la relevancia de una dieta sana, ejercicios y no fumar, llamados la “santísima trinidad” de la educación para la salud, para la promoción de la salud de las personas. No obstante, este conocimiento generó lo que hoy se conoce como “culpar a la víctima” (“victim blaming”). Los individuos pasaron a ser vistos como responsables de la promoción de su salud, como si ellos tuviesen el control sobre los determinantes sociales de la salud, como pueden ser las relaciones de género, el soporte social o el acceso a alimentos de todos los precios.

Al utilizar un referencial teórico, el investigador puede incorporar elementos de crítica a su estudio, que exigen reflexiones que no serían contempladas en el caso de que el referencial teórico no estuviese presente. Por ejemplo, ¿cómo interpretar narrativas de personas que hablan de los “otros” y no de su experiencia o cómo decidir que variables deben ser exploradas? La dificultad para las/los investigadoras/es en salud es la falta de preparación para identificar y utilizar correctamente teorías complejas que requieren estudios en Filosofía, Ciencias Humanas y Sociales. Esta situación se suma a la tradición de ciencia neutra y objetiva que las investigaciones basadas en el post-positivismo adoptan, justificando así la ausencia de un referencial teórico explícito.

Un equívoco muy frecuente en nuestro sector es la creencia de que es posible producir conocimiento sin teoría. En realidad, yo pienso que quien no tiene un referencial teórico como guía de la investigación comete dos errores. El primero es no ser capaz de identificar que al no utilizar abiertamente una teoría, el investigador está recurriendo a su modelo “default”, esto es, las teorías aprendidas sin mucha profundidad a lo largo de su formación. El segundo problema es que, al no profundizar la posición teórica del estudio, los datos sólo pueden ser interpretados de manera limitada y los silencios no pueden ser explorados como información. Por lo tanto, yo creo que no existe investigación ateórica (sin teoría?). Lo que ocurre es que muchas/os investigadoras/es en Enfermería y en salud no explicitan su corriente teórica y por consecuencia no pueden producir estudios que superen el rigor metodológico para llegar al rigor epistemológico. Sin poder confrontar los hallazgos con los principios epistemológicos y metodológicos que orientan la investigación no es posible verificar la calidad del proceso de producción del conocimiento desarrollado (Gastaldo, 2002).

Estudios cuantitativos y cualitativos pueden beneficiarse de la utilización de corrientes teóricas de distintas maneras. Por ejemplo, entre las teorías del paradigma crítico-social, la pregunta de investigación debe ser pensada en términos de su impacto social; para garantizar el rigor de la investigación, las presunciones y motivaciones de las/os investigadoras/es para elegir el tema del estudio deben ser aclaradas; los conceptos claves deben ser analizados críticamente (por ejemplo, la noción de “experiencia” es una construcción social); el análisis debe ser inductivo (a partir de los datos) y deductivo (a partir de la teoría); la difusión de los datos debe ocupar un sitio privilegiado en el planteamiento de la investigación, entre otros.

Por todo ello, es tiempo de descubrir cuales son las teorías que dan soporte a la investigación enfermera, profundizar en el conocimiento de nuevos horizontes paradigmáticos y preguntarnos como estas teorías nos ayudarán en la construcción de un saber enfermero innovador gracias a su potencial teórico y coherente con las necesidades de salud de la población.