José Manuel Estrada
En una disciplina tradicionalmente asistencial como ha sido durante siglos la enfermería, la investigación puede considerarse una actividad novel, cuya creciente implantación ha promovido una mayor especialización del personal y un enriquecimiento de la profesión beneficiada de más sólidos conocimientos científicos.
El avance de la disciplina hacia postulados más empíricos ha venido sustentado por la consolidación académica de la enfermería y su inclusión en los planes de estudios universitarios. Con una preparación eminentemente teórica y de manual, como lo es en general la formación universitaria española, la diplomatura en enfermería ha permitido motivar al alumnado hacia prácticas investigadoras que, comunes en otras disciplinas de ciencias de la salud, eran extrañamente ajenas a la actividad enfermera.
Dotado de una formación más adecuada al avance científico, y con las herramientas necesarias para la recogida sistemática de los datos, el personal enfermero español ha venido desarrollando desde tiempos recientes proyectos de investigación específicos de enfermería y ha venido publicando, no sin esfuerzo, los resultados de dichas investigaciones.
Resultados que, desde hace unos años, son felizmente transmitidos a toda la comunidad científica en castellano merced al determinante auge de las revistas sobre enfermería publicadas en esta lengua (encabezadas por la decana Revista ROL de Enfermería), y ello debido a una sustancial mejora de dichas publicaciones tanto en lo que se refiere a aspectos puramente formales (diseño editorial, puntualidad en la periodicidad, estilo propio, etc.) como de contenido (avalados por una creciente formación metodológica de autores e investigadores).
El progresivo aumento de la producción científica enfermera española ha venido acompañado desde los años 1990 de una variada diversificación de la difusión científica con la aparición y desarrollo de bases de datos bibliográficas especializadas. Durante años el personal enfermero sólo ha tenido a su alcance la posibilidad de consultar la literatura científica mediante bases de datos bibliográficas como CINAHL (Cumulative Index Nursing and Allied Health Literature) o más genéricas, como MEDLINE, donde la producción científica enfermera española estaba muy escasamente representada. El panorama cambió sustancialmente con la divulgación a través de Internet de la base de datos bibliográfica que durante años venía publicando la Fundación Index en formato impreso: CUIDEN. Con esta base de datos no sólo se dio a conocer más ampliamente la literatura recogida en las revistas enfermeras tradicionales, sino que también fueron incluidas otras revistas de menor impacto y limitada tirada (pero no por ello de menor calidad), no estrictamente sanitarias (sino también con contenidos culturales y antropológicos, que han influido por ejemplo en el desarrollo de la investigación enfermera cualitativa), e incluso en castellano pero publicadas en Latinoamérica (y por ello escasamente conocidas en nuestro país). A ella siguieron con similares propósitos otras bases de datos, como BDIE (que ha recogido información sobre proyectos de investigación en enfermería), CUIDATGE (avalada por la Universitat Rovira i Virgili) o ENFISPO, impulsada por la Universidad Complutense de Madrid.
Las bases de datos han crecido en contenidos (en PubMed pueden encontrarse, entre 12 millones de registros, más de 400.000 relativos a enfermería), han refinado sus motores de búsqueda (mayor potencia, mayor rapidez y mayor precisión) y han enriquecido sutilmente sus estructuras (incorporando descriptores o palabras-clave más específicos, resúmenes o abstracts, e incluso hipervínculos al texto completo). El usuario tiene a su alcance potentes recursos de información. En cuestión de minutos puede localizar un número determinado de ensayos clínicos o revisiones temáticas del asunto de su interés, e identificar su procedencia en publicaciones periódicas originarias de los cuatro puntos cardinales, de las cuales no es extraño que desconociera su existencia.
Al éxito de una búsqueda bibliográfica puede seguirle una tremenda frustración. Las bibliotecas de ciencias de la salud en España son tradicionalmente jóvenes y, salvo raras excepciones, no están dotadas de los suficientes fondos bibliográficos. Es un reto para muchos profesionales el acceso al documento original: publicaciones inexistentes en las bibliotecas españolas, colecciones incompletas, accesos restringidos o localizaciones remotas. En estos casos, las bibliotecas han puesto a disposición de sus usuarios servicios como el préstamo interbibliotecario, que facilita la solicitud de un documento desde una biblioteca que no lo posee entre sus fondos a otra que sí. Pero ello conlleva, en la mayoría de las ocasiones, un coste económico adicional (fotocopias y correo) y un coste temporal.
El dificultoso acceso al documento original puede ser paliado en un futuro no muy lejano con la aplicación de las nuevas tecnologías o de nuevas fórmulas de políticas bibliotecarias. Por un lado, gracias a proyectos integrales como PubMed Central o Scielo -a los que pediría una mayor presencia de la producción enfermera-, en los cuales puede obtenerse el texto completo y gratuito de los artículos de determinadas revistas (relevantes pero limitadas en número), o al desarrollo de las publicaciones electrónicas en Internet (mucho más accesibles y, por lo tanto, con más posibilidades de impacto y difusión). Y, por otro lado, la consolidación y enriquecimiento de las colecciones bibliográficas pueden venir dados por políticas de consorcios bibliotecarios (varias bibliotecas que se unen para desarrollar unos servicios y actividades comunes -como adquisición de revistas-, cuyos casos más significativos son los consorcios de bibliotecas universitarias).
O, en último caso, una solución mixta ofrecida por la conjunción de la aplicación de las últimas tecnologías y la cooperación bibliotecaria: las bibliotecas virtuales o digitales. Estas bibliotecas emergentes ofrecen, desde un entorno común o portal, una serie de recursos de información electrónicos (revistas, libros o bases de datos) y servicios bibliotecarios automatizados (catálogos de publicaciones, solicitud de artículos, búsquedas bibliográficas, etc.) para un colectivo profesional amplio (de un país, una región o una institución) con una accesibilidad permanente (las 24 horas del día) desde terminales remotos (intranets o internet). Se podrían señalar ejemplos internacionales como el de la National Library of Medicine, en Estados Unidos, o el de la Biblioteca Regional de Medicina (BIREME), para el ámbito latinoamericano, y en el ámbito nacional, la Biblioteca Josep Laporte o la Biblioteca Virtual de la Agencia Laín Entralgo.
Esta última mencionada, que entrará en funcionamiento en el mes de marzo de este mismo año, ofrecerá sus recursos de información (en estos momentos más de 800 publicaciones electrónicas y una docena de bases de datos) y sus servicios bibliotecarios a más de 25.000 profesionales de la salud, pertenecientes al Sistema Regional Madrileño de Salud.
En cualquier caso, el acceso al documento original debe ser una prioridad de la política bibliotecaria y por ello debemos procurar a los usuarios cuantas herramientas y recursos sean precisos para que puedan apoyar bibliográficamente el desarrollo de sus investigaciones, pues sus resultados redundarán, más tarde o más temprano, en una mejora de los cuidados de enfermería.