Formación continuada en Ciencias de la Salud

Los avances científicos y tecnológicos del último siglo han experimentado un incremento exponencial respecto de tiempos pretéritos y tienen mucho que ver con el afán del hombre por mejorar su supervivencia en nuestro planeta, e incluso en los que nos rodean. En este afán de progreso, las Ciencias de la Salud han gozado de un estatuto particular debido al interés no sólo de los estados, sino también de la industria farmacéutica, que desde mediados del siglo XX ha venido apoyando, primero la investigación científica básica y aplicada, y después la difusión de los resultados de dicha investigación.

El número de publicaciones biomédicas, en un principio en papel, y actualmente ya en formato electrónico, ha crecido también de manera exponencial en los últimos años, haciendo que el conocimiento en el campo de las Ciencias de la Salud se renueve –o se quede obsoleto, como prefiramos- cada 5 años o 10 años, dependiendo del área de que se trate. Este grado de obsolescencia confiere también una característica peculiar a las disciplinas que se engloban en este campo, y es la necesidad de renovar los conocimientos de manera permanente.

La formación continuada es, por tanto, imprescindible entre los profesionales de las Ciencias de la Salud. El conocimiento adquirido durante la formación universitaria no sólo no es suficiente por la falta de experiencia profesional que lo enriquece a lo largo de la vida laboral, sino porque los avances biomédicos progresan a medida que progresa la humanidad. La aparición de nuevas enfermedades obliga a buscar fórmulas para combatirlas, el conocimiento de nuevas culturas gracias a los viajes y las migraciones poblacionales exige un aprendizaje de nuevos planteamientos frente al fenómeno salud-enfermedad, la globalización económica, en fin, nos sitúa ante un gran mercado en el que se vende y se compra todo tipo de productos, cuya influencia en la salud de los ciudadanos debemos conocer.

En Enfermería, la formación continuada impartida en las instituciones sanitarias y en los colegios, asociaciones y sindicatos profesionales ha sido la gran aliada para complementar la formación de algunas generaciones de enfermeras, educadas en las escuelas de enfermería previas a la entrada de la disciplina en la Universidad. Aquellas enfermeras, que recibieron una formación eminentemente técnica, tuvieron así la oportunidad de conocer la metodología enfermera y oír hablar del proceso científico aplicado al cuidado.

En las últimas décadas, el sentido de la formación continuada cambio, auspiciado por el cambio también en los intereses de los enfermeros. Las enfermeras universitarias buscaban en la formación continuada el complemento de especialización que precisaban para trabajar en algunos campos específicos, que requerían de determinados conocimientos y habilidades: urgencias, servicios especiales, cuidados paliativos. La fiebre de los puntos, necesarios para conseguir la estabilización en el mercado laboral, también empujó al auge de la formación continuada.

Hemos llegado, sin embargo, a un momento crucial en el que las instituciones que organizan la formación continuada deben ofrecer un panorama formativo mucho más atractivo, pero también congruente con la evolución del trabajo en el campo de las Ciencias de la Salud. La multidisciplinariedad, el abordaje transcultural, la movilidad de los profesionales, obligan a construir un curriculum enfermero dinámico, de profundización en la disciplina y centrado en ámbitos de trabajo especializados, aunque no cerrados.

Los desarrollos legislativos que modificarán la formación universitaria de enfermería, con la aparición de un postgrado enfermero al que, hasta ahora, no habíamos tenido acceso; el desarrollo de las especialidades y la implantación de la carrera profesional, serán elementos esenciales, que cambiarán sustancialmente el campo educativo enfermero. La formación continuada no puede quedarse atrás en este panorama de cambio. Es preciso que se convierta en el motor de una renovación de conocimientos, que impulse a los profesionales a modernizar su formación, en lugar de esperar a que sean éstos los que la demanden.