Desde hace algunos meses, la revista The New England Journal of Medicine ha publicado varios reportajes y cartas al director acerca de la relación entre los profesionales médicos y la industria farmacéutica. David Blumenthal, del Instituto de Política Sanitaria de Massachussets, iniciaba un artículo acerca de este tema afirmando que, cuando una gran profesión –como la médica- interactúa con las fuerzas del capitalismo –la industria farmacéutica- la tragedia está servida, porque en dicha relación se reproduce la grandeza y la debilidad de la Medicina.
La tragedia se refiere al aumento imparable del gasto farmacéutico, que adquiere proporciones difícilmente asumibles por la mayoría de los gobiernos del mundo. Y, si bien es cierto lo que comentaba otra colega suya en las páginas de la prestigiosa revista norteamericana, que la Medicina se ha cosificado hasta el extremo en que los usuarios perciben que el cuidado adecuado de su salud está ligado al uso de fármacos y tecnología sanitaria , no es menos cierto, que la práctica de la donación-financiación, introducida por la industria farmacéutica, ha contribuido notablemente a la fidelización de los prescriptores y a fomentar la mencionada percepción de los usuarios.
La investigación aplicada ha sufrido también la seducción de la financiación farmacéutica, que ha sido vista como una oportunidad, tanto por parte de los gobiernos, que así han podido detraer esa parte de su presupuesto para invertir en I+D, como de los profesionales, que no conciben otra forma de hacer investigación. Esta situación ha provocado críticas severas de profesionales incómodos, como comenta David Healy, psicofarmacólogo de la Universidad de Toronto, que en su libro de reciente publicación Let them eat Prozac (Dejemos que coman Prozac), afirma que los científicos son añadidos ornamentales al negocio de la industria farmacéutica, así como las revistas científicas y las autoridades sanitarias.
En Enfermería, solemos ver como un privilegio de los médicos las oportunidades de financiación, bien de material fungible o inventariable para la realización de la investigación clínica, bien de la asistencia a eventos científicos para difundir los resultados de la investigación o la asistencia a cursos de actualización. Sin embargo, tampoco nosotros hemos permanecido inmaculados ante esta exposición. La abrumadora mayoría de trabajos sobre úlceras por presión, incontinencia y vías venosas, que durante mucho tiempo copó los congresos y las publicaciones enfermeras, no tenían otra explicación que la capacidad de decisión de compra que tenemos las enfermeras sobre los productos destinados a curar dichas úlceras, los dispositivos para evitar los efectos indeseables de la incontinencia o las cánulas para instaurar la terapia intravenosa.
Azucena Pedraz Marcos
[1] Blumenthal D. Doctors and Drug Companies. N Eng J Med 2004; 351 (18): 1885-1890
[1] Jenny-Avital ER. Correspondence. N Eng J Med 2005; 352 (7): 733
[1] Deberíamos ser mucho más escépticos frente a las compañías farmacéuticas. El País 2005 marzo 22; Sociedad: 22.