En la última reunión de Ministros de Educación de los países adheridos al proceso de Bolonia, mantenida el pasado mes de mayo en la ciudad noruega de Bergen, la investigación se convirtió en uno de los pilares fundamentales de las sesiones de trabajo, con el fin de asegurar la competencia de los futuros egresados de los programas de posgrado para el desarrollo económico, social, tecnológico y cultural de Europa. Una Europa competitiva y atractiva, que se convierta en un polo de atracción de otros polos emergentes, como Latinoamérica, la Cuenca Mediterránea o el Sudeste Asiático.
La existencia de dos ciclos formativos superiores, grado y posgrado, este último comprendido a su vez por programas de master y programas de doctorado, permitirá, no sólo contar con los mejores profesionales, competentes para la actividad a la que se dirija su formación de grado, sino también, contar con expertos en diferentes áreas de especialidad de dichas disciplinas. El doctorado en este ámbito se convierte, pues, en un elemento de sostenimiento y desarrollo de las disciplinas universitarias.
En España, la lucha por el desarrollo universitario de la Enfermería tiene una larga tradición. La licenciatura ha sido durante tiempo el campo de batalla de las enfermeras, que habían logrado convertirse en universitarias mucho antes que algunas profesionales europeas. Sin embargo, el tercer ciclo, el doctorado, aunque parecía una consecución natural de la licenciatura, nunca recibió una atención especial por parte de las enfermeras españolas.
El doctorado es el camino natural de la investigación. Supone la consagración del titulado universitario como investigador y es, a su vez, el inicio de una carrera investigadora, que centrándose en alguna línea de investigación, producirá conocimientos de aplicación directa o de fundamentación teórica en el campo de la disciplina.
Ciertamente que la investigación en Enfermería ha crecido a un buen ritmo en la última década. Cada vez hay más proyectos financiados y más profesionales con formación investigadora. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones que se realizan siguen siendo parciales y son de escasa aplicación. Faltan equipos investigadores que mantengan líneas de investigación, que profundicen en los descubrimientos que se llevan a cabo, con el fin de garantizar la generalización de los resultados de la investigación.
El doctorado en Enfermería es, por tanto, una necesidad irrenunciable, que permitirá a nuestra disciplina contribuir a la mejora del cuidado de la salud de los ciudadanos en todos los ámbitos en los que esté comprometida su actividad. Permitirá además, mejorar la capacitación de algunos profesionales de Enfermería, que deseen dedicarse a tareas relacionadas con la formación de otros profesionales, la investigación o la gestión sanitaria, en todos sus ámbitos. Esperemos que nuestros gobiernos sepan ver esta necesidad, que redundará sin duda en la mejora de la calidad de nuestro sistema sanitario.
Azucena Pedraz Marcos