El reto de la calidad en la investigación en Enfermería

Eva Abad Corpa

Según el diccionario, el “investigador” es “el que investiga”, o sea, el que estudia y trabaja en cualquiera de las ramas de la ciencia y del saber para averiguar o aclarar algún hecho o descubrir alguna cosa.

La asistencia de enfermería tiene como finalidad promover la salud, el bienestar y la calidad de vida en todas las edades y situaciones, dirigiendo sus actividades hacia aquellos individuos y grupos con problemas de salud y discapacidades, tanto agudas como crónicas (Grupo de Fomento y Apoyo a la Investigación Clínica y Formación de Enfermería del Instituto de Salud Carlos III, 1997). Por otro lado, la investigación en enfermería tiene como objetivo desarrollar el conocimiento que guía y apoya la práctica y la disciplina de enfermería.

Esto implicaría que los estudios de investigación de enfermería fueran dirigidos a aumentar los conocimientos sobre la asistencia y los servicios de enfermería y, evidentemente, fueran implementados en la práctica clínica.

Esta utilización de los resultados de la investigación en la práctica enfermera ha sido discutida y desarrollada en los últimos veinte años. Pero, a pesar de los esfuerzos invertidos y el acuerdo considerable entre los profesionales, existe aún un distanciamiento importante entre la investigación y la práctica (Royle et al. 1997, Estabrooks 1998). De lo que se deriva que desgraciadamente, la práctica enfermera en el medio clínico continúa basada sobre todo en la intuición, el ritual y la tradición (Bostrum & Suter 1993, Kitson 1997).

Esta situación produce un escaso progreso de las ciencias enfermeras, una disminución del prestigio de la profesión, una mala utilización de los recursos y una disminución de la calidad de los cuidados en todas las especialidades enfermeras (Titler et al. 1994, DiCenso & Cullum 1998, Taylor-Piliae 1998).

Sin embargo, sabemos que la utilización de los resultados de la investigación en la práctica está sometida a ciertas dificultades. En este sentido, varios autores (Champion & Leach 1989, Funk et al. 1991, Funk et al. 1995, Mitchell et al. 1995, Royle et al. 1997) han estudiado los factores que influyen en la puesta en práctica de los resultados de la investigación en el medio clínico y han identificado varios de estos que pueden explicar la escasa utilización de estos resultados en la práctica enfermera cotidiana, entre los que se encuentran los valores y las habilidades de las enfermeras, las barreras en el medio de trabajo, la accesibilidad de la investigación en el medio clínico y, finalmente, la calidad de dicha investigación, entendiéndola en términos de mérito intrínseco y de impacto.

Efectivamente, debemos preguntarnos no sólo por la cantidad de investigación sino también por su calidad. En general, el rigor y la calidad de los estudios en salud presenta una gran variabilidad, coexistiendo importantes aportaciones junto a otras notablemente deficientes.

Ciertamente la información publicada es cada vez mayor, y el acceso a ella cada vez más fácil; pero, más información no significa muchas veces otra cosa que mayor confusión (Sackett et al. 2002).

En este punto es donde la estrategia de búsqueda de la evidencia en términos de « búsqueda eficiente » en bases de datos clásicas, publicaciones secundarias y bases de datos de investigación de síntesis, así como la « lectura crítica » de dichos artículos, cobra sentido para los usuarios de la literatura científica.

Varios son los problemas que rodean a la calidad de las investigaciones en la comunidad enfermera española, y entre ellos encontramos las limitaciones estructurales (a nivel de financiación), la falta de incentivo en la carrera profesionale, el escaso número de grupos de investigación competitivos, la atomización de los proyectos y la falta de « cultura científica » en la comunidad asistencial.

A pesar de las dificultades, la investigación en enfermería se ha desarrollado de manera importante en nuestro país durante la última década y prueba de ello es el incremento de los estudios financiados por el Fondo de Investigación Sanitaria.

Aunque nuestra tradición es joven, la experiencia de la enfermería anglosajona puede ilustrar los posibles resultados a obtener a medio-largo plazo. Así, hace 50 años, las enfermeras norteamericanas vieron apoyados financieramente sus proyectos y desde entonces, han aparecido institutos y centros de investigación, ha aumentado el número de Doctoras en Enfermería y mejorado la comunicación de los resultados de la investigación a la práctica asistencial. Del mismo modo, en los años 60, la enfermería canadiense con sus programas de Master vio ascender los proyectos de investigación en enfermería, las subvenciones y los estudios doctorales.

Debemos ser conscientes que la formación difunde los conocimientos esenciales para la práctica, y la investigación los hace progresar, repercutiendo directamente en la calidad de los cuidados que prestamos como profesionales de enfermería.

Este es un reto que no debemos olvidar como profesionales comprometidos que somos.

Bibliografía

Bostrum, J., & Suter, W. (1993). Research utilization: Making the link to practice. Journal of Nursing Staff Development, 9 (1), 28-34.

Champion, V., & Leach, A. (1989). Variables related to research utilization in nursing: an empirical investigation. Journal of Advanced Nursing, 14 705-710.

DiCenso, A., & Cullum, N. (1998). Implementing evidence-based nursing: Some misconceptions. Evidence-Based Nursing, 1 (2), 38-40.

Estabrooks, C.A. (1998). Will Evidence-Based Nursing Practice Make Practice Perfect?. Canadian Journal of Nursing Research, 30 (1), 15-36.

Funk, S., Champagne, M., Wiese, R., & Tornquist. (1991). Barriers to using research findings in practice: the clinician’s perspective. Applied Nursing research, 4 (2), 90-95.

Funk, S., Tornquist, E., & Champagne, M. (1995). Barriers and facilitators of research utilization. Nursing clinics of north America, 30, 395-407.

Grupo de Fomento y Apoyo a la Investigación Clínica y Formación de Enfermería del Instituto de Salud Carlos III. Investigación de enfermería. Informe y recomendaciones del Comité Europeo de Salud.

Enfermería Clínica 1997; 7: 232-9.

Kitson, A. (1997). Using evidence to demonstrate the value of nursing. Nursing Standard, 11 (28), 34-39.

Mitchell, A., Janzen, K., Pask, E., & Southwell, D. (1995). Assessment of nursing research utilization needs in Ontario Health Agencies. Canadian Journal of Nursing Administration (CJONA) 8 (1), 77-91.

Royle, J.A., Blythe, J., DiCenso, A., Baumann, A., & Fitzgerald, D. (1997). Do nurses have the information resources and skills for research utilization?. Canadian Journal of Nursing Administration(CJONA), 10 (3), 9-30.

Sackett, D.L., Straus, S.E., Richardson, W.S., Rosenberg, W., & Haynes, R.B. (2002). Medicina basada en la evidencia. Cómo practicar y enseñar MBE. (2e ed). Madrid: Churchill Livingstone.

Taylor-Piliae, R.E. (1998). Establishing Evidence-Based Practice : issues and implications in critical care nursing. Intensive and Critical Care Nursing, 14 (1), 30-37.

Titler, M.G., Kleiber, C., Steelman, V., Goode, C., Rakel, B., Barry-Walker, J., Small, S., & Buckwalter, K. (1994). Infusing research into practice to promote quality care. Nursing Research, 43, 307-313.