Carmen de la Cuesta Benjumea
Explicaban dos premios Nobel de literatura que para comprender el alma del caribe hay que cambiar de perspectiva (Vicent, 2005). En efecto, para comprender cualquier alma que no sea la conocida se hace necesario aprender a mirar la realidad de otro modo, aprender otra perspectiva. Max Weber marcó con su definición de comprensión Vesterhen, la diferencia central que hay entre la manera de conocer cualitativa de la cuantitativa. Se busca con los métodos cualitativos un tipo de explicación comprensiva, esto es comprender desde el lugar del otro y la intencionalidad de sus acciones. Esto que aparentemente es sencillo, encierra una gran complejidad. Implica que el investigador use su subjetividad como camino para conocer la del otro, otro que es diferente en su experiencia y precisamente por eso, tiene interés conocerla. Se necesita un ser humano para conocer a otro ser humano, afirma Ray (2005). Es movilizando lo que hay de humano en cada uno de nosotros, cuando podemos ponernos en el lugar del otro, acercarnos a su experiencia y, desde allí, comprenderla.
Quien investiga no se borra en un estudio cualitativo, sino que por el contrario, se convierte en un instrumento. De la misma manera que en Enfermería se habla del "yo terapéutico" como un elemento esencial para el cuidado (Medina, 199), en la investigación podríamos hablar de un "yo indagador". El investigador construye la propia investigación y lo hace empleando la reflexividad, por tanto es un instrumento de reflexión que no de precisión. Al ser reflexivo se relaciona íntimamente con el tema de investigación y con los informantes, y se involucra en su mundo social (Denzin y Lincoln, 1994). La influencia que ejerce el mundo sobre él nos obliga a invalidar el modelo positivista, pues este plantea que la investigación se puede llevar a cabo en un ámbito autónomo, aislado del mundo social y de la biografía particular de quién investiga, de tal suerte que los hallazgos de un estudio no se vean influidos por los procesos sociales y por las características personales del investigador (Hammersley y Atkinson, 1995). Reconocer el carácter reflexivo de la investigación tiene implicaciones prácticas. El investigador es un sujeto situado, como lo explica Rosaldo (1991), con una biografía y una perspectiva dadas que condicionarán lo que pregunta, cómo lo pregunta y qué interpreta.
Investigar de manera cualitativa no es aplicar una metodología sino construir un camino que lleve, en un momento dado, a la mejor respuesta a una pregunta; no es una tecnología, no es aplicar ciegamente procedimientos, es interpretarlos, ajustarlos y usarlos en el momento apropiado. Y para ello se precisan investigadores formados de una manera distinta de ver el mundo, es la intencionalidad de quien investiga lo que hace que un estudio cualitativo sea; los procedimientos, son solo eso: herramientas.
Para que un estudio cualitativo sea excelente, se basta por si mismo, no necesita complementarse con métodos cuantitativos. La excelencia de la investigación cualitativa descansa, afirma Strauss (1987), en la excelencia de la codificación y este es un proceso interpretativo. Se requiere entonces de buenos investigadores, lo que hace que, por ejemplo, una etnografía, una fenomenología y un estudio de teoría fundamentada sea, es que el investigador añade algo diferente (Wolcott, 2003). Así los datos, obtenidos de la vida cotidiana, se añaden conceptos que caracterizan las orientaciones teóricas de los investigadores. Para Morse (2005) no hay duda, el investigador cualitativo ha de ser un erudito; y esto no se improvisa ni se suple ciñéndose a los métodos, siguiendo procedimientos.
Así las cosas, la investigación cualitativa no parece ser un asunto de técnicas o de procedimientos que se puedan aprender en un fin de semana, como un estudiante ingenuamente creía. Más bien es una manera de mirar el mundo, un asunto de perspectiva. Sin esta manera no se puede hacer investigación cualitativa, aunque si que se pueden utilizar las técnicas o procedimientos cualitativos como herramientas, al fin y al cabo, lo que hace que un estudio sea una cosa u otra es el investigador, su manera de entender el mundo, su paradigma científico. Y esto es algo que se ha descuidado, quizás por la hegemonía del paradigma positivista que exige la ausencia del investigador como sujeto. Reconocer la autoría, presencia e importancia de quien investiga es, uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta la investigación cualitativa por las consecuencias prácticas que tiene.
Hay otros desafíos, que digamos, vienen de afuera en forma de supuestos y se instalan en una manera de pensar que queda implícita. Por ejemplo, se supone que la teoría que emana de los estudios cualitativos es una teoría no comprobada y por tanto no aplicable al campo clínico (Morse, 2005), se cree que la mayoría significa la verdad o la realidad ( Thorne y col., 2004), que lo diferente es lo equivocado, no lo particular (Pill, 1999) y que conocimiento es aquel que emana de una disciplina o de un campo formalizado del saber desechándose otras clases de conocimiento tal como el que se denomina del "vulgo" o el proveniente de la literatura. Las reglas del juego en la investigación cualitativa son otras pues emanan de un paradigma distinto al que estamos acostumbrados; el desafío es reconocerlas y actuar en consecuencia.
Respecto a su fin, hay que volver al principio. No se hace investigación cualitativa para tener razón, el equivalente de comprobar una hipótesis, sino que se hace para comprender un fenómeno de naturaleza humana, una experiencia o vivencia tal como es vivida, experimentada por la persona. Esta comprensión tiene una aplicación práctica Madjar (2001: 202), lo ilustra con un ejemplo: "Un clínico, con corazón, que escucha y que comprende puede que no obtenga un resultado distinto de la respuesta de un paciente a un antibiótico, pero el paciente tendrá una experiencia cualitativamente diferente. Esto es importante, se pueda o no medir." Investigación cualitativa y teoría están estrechamente unidas: teoría como una perspectiva desde la que mirar el mundo y preguntarse sobre él, teoría para analizar los datos del estudio, teoría en forma de nueva perspectiva como producto del estudio y teoría como herramienta para actuar sobre el mundo. La enfermería, junto a otras profesiones de la salud de tradición práctica-aplicada, se enfrentan al desafío de aprehender la esencia de la investigación cualitativa. Y ser fieles a su espíritu.
Bibliografía
Denzin, N. K. y Lincoln, I. S. (1994). Entering the field of qualitative research. En: N.K. Denzin y I.S. Lincoln. (Editores). Handbook of Qualitative Research. (1-18).Thousand Oaks: SAGE.
Hammersley, M. y Atkinson, P. (1995). Ethnography. 2da. Edición. London: Routledge.
Madjar, I. (2001) Dialogue. En: Janice M. Morse, Janice M. Swanson y Anton J. Kuzel (Editores). The Nature of Qualitative Evidence (2-3). Thousand Oaks: SAGE,
Medina, J.L. (1999). La Pedagogía del Cuidado: saberes y prácticas en la formación universitaria en enfermería. Barcelona: Alertes.
Mores J, (2005) Asuntos críticos en los métodos de investigación cualitativa. Alicante, España: Universidad de Alicante.
Pill, R. (1999) Aspectos relacionados con la salud y los estilos de vida: significados atribuidos por el vulgo a la salud y a las conductas saludables. En: C. De la Cuesta, (Compiladora). Salud y Enfermedad: lecturas básicas en Sociología de la Medicina, (97-126) Medellín, Colombia: Universidad de Antioquia.
Ray, M. A. (2005). La riqueza fenomenología: preocupaciones filosóficas, teóricas y metodológicas. En: J. M. Morse (Editora).Asuntos críticos en los métodos de investigación cualitativa. (163-184). Alicante, España: Universidad de Alicante.
Rosaldo, R. (1991). Cultura y verdad. Nueva propuesta de análisis social. México DF: Grijalbo.
Strauss, A. (1987) Qualitative analysis for social scientists. Cambridge: Cambridge University Press.
Thorne S, Jensen, L., Kearney, M., Noblit G., y Sandelowski M. (2004) Qualitative Metasynthesis: Reflections on Methodological Orientation and Ideological Agenda. Qualitative Health Research, 14 (10)1342-1365.
Vicent M. (2005) El alma provisional del Caribe. El País, 15 Octubre, p. 6.