La evolución de los cuidados familiares a lo largo del siglo XX: reflexiones metodológicas

Juana Robledo Martín

La investigación cualitativa se caracteriza por la interacción existente a lo largo de todo el proceso entre el investigador y los sujetos de investigación convirtiéndose el investigador en el principal instrumento de análisis de los datos. Ello hace que se plantee como algo necesario que el investigador mantenga una constante reflexión considerando y haciendo explícitos sus valores, asunciones, experiencias y la influencia que ello tiene en el desarrollo de la investigación.

Lo que se cuestiona por tanto es la naturaleza aséptica del conocimiento y sus formas de producción considerando al investigador como un elemento más de la investigación y su papel como un instrumento de reflexión.

Partiendo de esta base el propósito de esta comunicación es exponer las reflexiones metodológicas que estuvieron presentes en la investigación realizada sobre “Mujeres y cuidados a lo largo del siglo XX”

El estudio sobre mujeres y cuidados es una aproximación a las transformaciones y características del mundo rural partiendo de la experiencia de las mujeres; tomando como eje principal la visión emic de la realidad se centra fundamentalmente en el análisis del rol de cuidadora familiar analizando cómo se han ido redefiniendo y modificando los roles de las mujeres en el medio rural a lo largo del siglo XX, considerando las variaciones que se han producido en condiciones estructurales y analizando la forma en que ese entorno estructural es vivido por las mujeres de un municipio de Ávila y la manera de responder ellas como sujetos activos.

La investigación fue presentada para la obtención del Diploma de Estudios avanzados del doctorado de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid y tutorizada por el profesor Juan Carlos Gimeno.

Detrás de cada investigación siempre hay un porque que nos indica los motivos que llevaron a elegir ese tema y que marcan su desarrollo, por ello quisiera en primer lugar exponerlos.

Soy enfermera, mi trabajo diario está relacionado con los cuidados, mi lugar de trabajo ha estado mayoritariamente vinculado al sistema sanitario y más concretamente a la Atención Primaría de Salud y el medio rural. Termine la Diplomatura en Enfermería en 1987 (en el inicio de la reforma sanitaria plasmada fundamentalmente en la Ley General de Sanidad en 1986). A lo largo de los años de trabajo profesional se fue produciendo en mi labor diaria una evolución; cuando termine la carrera de enfermería empecé a trabajar con una visión dominante en esos momentos (y también en la actualidad) dentro de las ciencias de la salud y que hoy considero biologicista y tecnificada de la salud. El papel de la enfermera dentro de esta línea de pensamiento es similar al realizado por los Ayudantes Técnicos Sanitarios (A.T.S.), estando muy centrado su trabajo en el manejo correcto de las técnicas y en ayudar al médico. El contacto con los pacientes y el planteamiento que me hacían de sus necesidades hicieron que cuestionase la concepción de la enfermería y de la salud predominante en esos momentos y me motivo a formarme en una perspectiva más integral. Ese nuevo planteamiento me involucró en una línea de trabajo que hoy se denomina “Enfermería Comunitaria” y que está incluida en una línea de pensamiento más amplia que algunos autores han denominado Paradigma Integral en Ciencias de la Salud. Ello me llevo a plantearme la necesidad ampliar mi formación y me licencie en Antropología permitiéndome así considerar una mayor variedad de aspectos al analizar el campo de la salud y en concreto de la Atención Primaria.

Por otro lado la visión de la realidad desde una perspectiva diferente más rica en matices que la antropología me ha dado ha hecho del análisis de la subordinación por cuestión de género el aspecto que, tanto en la licenciatura como en el doctorado, me ha hecho reflexionar en mayor medida convirtiéndose en un eje transversal. El análisis de la subordinación me ha hecho replantearme cuestiones que culturalmente habían sido asumidas y consideradas hasta cierto punto como natural a mi género, permitido a su vez ver como se produce la interconexión de los diferentes sistemas de subordinación.

Por último considero que durante mucho tiempo se ha producido en España una idealización de lo urbano, creando lo que podríamos llamar un “urbanocentrismo” que ha originado unos contextos estructurales e ideológicos que han dificultado el desarrollo de los pueblos y originado una desestimación del mundo rural tanto a nivel ideológico como de políticas concretas. Por ello creo que es necesario aumentar el conocimiento del mundo rural dentro del contexto globalizador en el que nos movemos.

Estos tres cuestionamientos que he planteado anteriormente:

  1. Visión comunitaria de los cuidados
  2. Replanteamiento de la subordinación por cuestión de género
  3. Desvalorización del mundo rural

son los que hicieron que me inclinase por ese tema de investigación y la forma de abordarlo.

En cuanto al ámbito de estudio opte por realizar el trabajo de campo en lo que voy a denominar “mi pueblo” es decir un municipio de 1000 habitantes perteneciente a la provincia de Ávila donde trabajaba de enfermera y en el que vivo.

A la hora de exponer las reflexiones metodológicas que surgieron en el transcurso de la investigación voy a abordarlas en tres apartados:

  1. Rol del investigador
  2. La visión del objeto de estudio
  3. La etnografía en casa

1. Rol del investigador

Partía de la idea que mi rol tenía que ser lo más pasivo posible. Este rol pasivo que perseguía estaba muy influenciado por mis experiencias previas en investigación en ciencias de la salud. En las investigaciones realizadas anteriormente mi posicionamiento de partida me situaba en lo que algunos autores denominan el “paradigma positivista”, derivado del pensamiento del siglo XIX y encabezado por filósofos como Comte, Mill. Está visión de la realidad plantea que existe una realidad allá fuera que puede ser estudiada y conocida; en base a esa creencia en la realidad objetiva el investigador intenta mantener al margen sus creencias y preferencias personales para evitar contaminar los fenómenos que investiga intentando por tanto ser tan objetivo como sea posible en la búsqueda del conocimiento, es decir pensaba que me tenía que situar aislada de ese contexto, intentando ser algo neutro que no influyese en la investigación y ese aislamiento fuese el que me permitiese interpretar la realidad. El trascurso de la investigación me llevo a considerar que ni por mis circunstancias ni por mi forma de ser podía adoptar ese rol, ello me supuso importantes dudas hasta que evidencie que en el fondo el intento de tener un rol pasivo era un reflejo de una aproximación metodológica al objeto de investigación marcada por una determinada manera de entender el conocimiento científico. Me di cuenta además que el rol no lo fija de antemano el investigador sino que es en él que te sitúan los actores sociales, que además no es algo fijo y estable sino que varía en el tiempo y en el espacio, negociándose lo cual tiene unos efectos, de algo que ahora me parece tan obvio me di cuenta gracias a las mujeres, ellas me preguntaban también sobre mi vida, me interpelaban sobre determinados aspectos y me referían experiencias previas que habíamos vivido juntas.

2. La visión del objeto de estudio

Mi formación antropológica me había hecho considerar cómo mis planteamientos teóricos me influían en la manera en que yo veía la realidad, también la antropología me había mostrado la complejidad inherente al ser humano y la necesidad de comprender la experiencia humana del modo en que esta es vivida, poniendo de relieve el reduccionismo del “paradigma positivista”, al reducir la experiencia a unos pocos conceptos investigados que son definidos de antemano por el investigador, sin embargo a pesar de este conocimiento me di cuenta que cuando yo me situaba en el campo seguía teniendo una tendencia a ver la realidad como un ente externa y objetivable y por lo tanto el investigador como un “ser neutro” para conseguir la máxima objetividad y rigor científico. Considerando la falacia de ese planteamiento me di cuenta de la necesidad de cambiarle, en primer lugar la objetividad como tal no existe siempre existe un componente de subjetividad inherente a cualquier investigación marcado por las lentes teóricas con que ves esa realidad, esa subjetividad está también determinada en función de hacia donde dirijas tu mirada, por otro lado la realidad no es un ente fija y estable sino que es construida por los propios sujetos y a ese proceso de construcción de los propios sujetos era al que me interesaba acercarme.

3. La etnografía en casa

Una reflexión que estuvo presente, sobre todo al inicio de la investigación, fue la legitimidad científica de la etnografía en casa. Como investigadora yo me ubicaba en una posición etic pero también había visto la realidad desde la posición emic, ante determinas cuestiones que las mujeres me planteaban no podía dejar de pensar que eso también me había pasado a mi, no me podía por tanto situar como un ente externo que mira con sus gafas la realidad, yo también formaba parte de esa realidad de ahí que me cuestionase si era posible estudiar algo tan próximo. Verdaderamente lo que estas dudas reflejan es que si la Antropología se ha caracterizado por el conocimiento de lo lejano ¿podemos también utilizar el enfoque antropológico para estudiarnos a nosotros mismos? La lectura de Greenwood que plantea que el “estudiarnos a nosotros mismos” lejos de ser una desviación de la trayectoria antropológica ha sido central en el desarrollo global, tanto teórico como metodológico, de la disciplina así como el desarrollo de la investigación me hicieron considerar que si bien esa tensión inherente a la investigación entre el distanciamiento y el acercamiento me ocasionaba una gran dificultad, sin embargo también enriquecía tremendamente la investigación haber vivido desde dentro el proceso ya que me permitía tener una mayor simbiosis con las mujeres así como un mayor conocimiento de las condiciones estructurales que influían en la vida de esas mujeres, además me hizo darme cuenta que en una investigación el investigador nunca está fuera.

Quisiera terminar estas reflexiones hechas en voz alta dando las gracias a las grandes ausentes entre los asistentes:

Las mujeres de las que tanto aprendí.