La Investigación es posible en Enfermería en Salud Mental

Raúl Lozano Alonso

Existe una cadena conformada por tres eslabones fuertemente interconectados que definen la clave para lograr el éxito en el desarrollo investigador de la Enfermería en Salud Mental. El primer eslabón es el del reconocimiento, el segundo el del conocimiento y el tercero de la investigación. Reconocimiento-Conocimiento-Investigación.

Me he permitido enunciar esta metáfora para trabajarla a continuación de modo que nos sirva de análisis y justificación de la investigación de Enfermería en Salud Metal.

La Enfermería en su historia viene acompañada constantemente de una lucha reivindicativa por el reconocimiento profesional como disciplina. Este reconocimiento ha ido tomando forma evidentemente cada vez que el gremio profesional ha constatado sus conocimientos en una línea propia u única con un lenguaje común y con el correspondiente rigor científico. En otras palabras, las investigaciones desarrolladas respecto a la teoría y la práctica enfermera, que implican un aval científico, son las que han garantizado la posesión de conocimientos científicos sobre nuestra praxis.

La actuación enfermera basada en un limitado conjunto de acciones de instrumentalismo e incluso en una distorsionada e intrusiva filosofía biomédica puede ser completamente gratificante para muchos profesionales, pero se aleja de aquellos beneficios individuales que la Enfermería tiene como dispensador de cuidados profesionales con responsabilidad y con autonomía. Me estoy refiriendo al enriquecimiento personal bilateral que la enfermera desde la aplicación de cuidados a los sujetos puede llegar a adquirir. Esto lo consigue desde la relación de ayuda que agrupa actuaciones como la educación para la salud, la aportación de información y conocimientos, el apoyo, el asesoramiento, el consuelo, el acompañamiento.

Todas estas intervenciones enfermeras se deben realizar desde el conocimiento que la técnica intrínseca a cada una de ellas requiere. Se trata de un conocimiento teórico que dibuja la práctica de forma que la relación interpersonal alcanzada con el sujeto sea verdaderamente terapéutica, esto es, que en la medida de lo posible, mejore su pronóstico dentro del continuo salud-enfermedad.

Recuerdo a la profesora Cristina Francisco Del Rey, repitiéndonos a mis compañeras y a mí en alguna clase de postgrado que la verdadera praxis enfermera es inconcebible sin el conocimiento teórico. Aunque añadía que esta teoría hay que trasportarla a mis actuaciones en mi quehacer diario. Es por tanto necesario una reflexión continúa sobre que nos han enseñado, que hemos aprendido y que debemos incorporar nuevo en nuestro conocimiento para fundamentarlo en la práctica diaria, práctica basada en evidencia científica.

Por tanto, estos conocimientos que me permiten realizar conjuntos de actividades que se agrupan en intervenciones propiamente enfermeras, son el uniforme que me permite vestirme como enfermera con facultad para la prestación personal de los cuidados o los servicios propios de su competencia profesional en las distintas fases del proceso de atención de salud, sin menoscabo de la competencia, responsabilidad y autonomía propia de los distintos profesionales que intervienen en tal proceso.(1)

Estos conocimientos prueban, razonan y derivan en actuaciones independientes, propias y autónomas que me hace responsable de mis actos. Se trata del conocimiento que necesito para justificar la realización de actividades enfermeras que priorizo ante otras muchas actividades que, sin duda, se encuentran inmersas en una dimensión, secundaria en la mayoría de los casos, de la interdependencia o de la colaboración con otros profesionales sanitarios.

Pero, este conocimiento, debo rescatarlo de los estudios científicos, de los resultados y conclusiones de trabajos de investigación desarrollados con metodología rigurosa y plausible. No puede ser de otra manera, no podemos conformarnos con otras fuentes de documentación. El conocimiento que nos capacita y nos faculta, el conocimiento que nos permite responder las múltiples preguntas sobre el proceso salud-enfermedad mental de los sujetos a los que atendemos 24 horas al día, el conocimiento que nos permite exigir el reconocimiento como profesionales capacitados, se debe obtener de la investigación desarrollada y publicada.

Ahora bien, la realización de investigación no debe reducirse a una tarea exclusiva de un reducido grupo de enfermeras en salud mental que se encarguen de cumplir con su asistencia y trabajo a cada foro, congreso, jornada u otro evento nacional e internacional. La investigación no debe ser una tarea de ciertas élites profesionales en Enfermería, sino de una labor al alcance de todos los profesionales interesados en conocer respuestas válidas a los problemas que se le plantean día a día en su unidad de trabajo. Para favorecer esta iniciación a la investigación existen importantes organismos y asociaciones que cuentan con expertos en la materia, y que desarrollan programas de formación en investigación entre otras aplicaciones que favorecen el desarrollo del cuerpo de conocimientos propio de nuestra disciplina. Los profesionales de Enfermería en Salud Mental evidencian constantemente necesidades demandadas por la población a la que atienden y por ello, es necesaria una implicación que suponga la mejora de la calidad asistencial. Dicha implicación se puede evidenciar en una mayor investigación y transferencia de conclusiones y resultados obtenidos de las mismas.(2)

Respecto a la investigación enfermera, escribía la profesora Mª Victoria Antón que la enfermería se encuentra ahora con un desafío, pero se trata de un desafío como ella bien expresa “con dudas”, porque los profesionales de Enfermería parece que no acaban de creérselo y parece que no quieran asumir la responsabilidad de prepararse, apostando por una oportunidad única. (3)

No olvido la presión que el sistema sanitario nos impone en menesteres que me impiden dedicar tiempo y esfuerzo a investigar. Tampoco olvido el déficit en formación investigadora que aparece desde pregrado. Ahora bien, enunciando a Florence Nightingale, “la motivación profesional es el deseo y el esfuerzo continuo por hacer las cosas lo mejor posible (...)”. Y el próximo título de grado y por ende, el acceso a doctorado del que va a disfrutar nuestra disciplina puede ser uno de los máximos incentivos.

Es fundamental que la Enfermería se forme continuamente e investigue. Es fundamental que la Enfermería base la práctica diaria en el conocimiento científico. La población necesita que la Enfermería se lo crea.

BIBLIOGRAFIA

  1. Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias.
  2. Pedraz Marcos A. “La investigación en enfermería especializada”. Disponible en: firma_detalle_impr.cfm?id_FIRMA=46
  3. Antón MV. Las enfermeras entre el desafío y la rutina. Una mirada al siglo XXI. Ed. Díaz De Santos.1998.Madrid