Sergio R. López Alonso
La investigación en el cuidado de la salud lleva muchos años sufriendo una falta de reconocimiento procedente de los organismos oficiales de España, que se manifiesta especialmente en la política de baremación de méritos que presenta el Ministerio de Ciencia e Innovación tanto para la convocatoria de subvenciones y ayudas a la investigación biosanitaria a través Instituto Carlos III, como para la acreditación del profesorado universitario a través la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA).
En la última década, el crecimiento de la producción científica de las enfermeras españolas ha seguido un patrón de crecimiento exponencial acorde al número de publicaciones indexadas en la base de datos CUIDEN, elevando el número de referencias indexadas desde los 47 artículos en el año 1978 a los 1.526 en el año 2006 (Datos facilitados por la Fundación Index a partir de la base de datos CUIDEN). Actualmente, esta base de datos indexa 452 revistas científicas especializadas en el cuidado de la salud, pasando a convertirse en la base de datos más importante sobre el cuidado de la salud en el mundo científico iberoamericano. Además, fruto de los resultados obtenidos en numerosos estudios bibliométricos, la Fundación Index -organización científica sin ánimo de lucro declarada de utilidad pública por la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía- ha desarrollado importantes indicadores para la evaluación de la calidad científica de las publicaciones, tales como el índice de Repercusión Inmediata, el índice de Repercusión Histórica, el índice de Inmediatez, e incluso el factor h que evalúa la trayectoria científica de un investigador acorde al número de citas que reciben sus publicaciones (1,2). Por otra parte, también existe otra base de datos específica del área de enfermería en inglés, denominada CINAHL con 546 revistas científicas aunque sin indicadores bibliométricos propios (3).
Estos indicadores bibliométricos -derivados de la base de datos CUIDEN- para la evaluación de la calidad científica de las revistas enfermeras forman parte del baremo oficial de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía en el sistema de selección de personal estatutario temporal y en el concurso-oposición para cubrir plazas vacantes de enfermeras en el Servicio Andaluz de Salud -Resolución de 18 de octubre de 2005 (BOJA núm. 211) y Resolución de 5 de junio de 2007 (BOJA núm.216)-.
No obstante, existen numerosos organismos públicos tanto a nivel nacional como a nivel autonómico en los no utilizan baremos de méritos ajustados al área disciplinar para la evaluación de la producción científica de los investigadores. Por el contrario, estos baremos utilizan los indicadores bibliométricos derivados del Science Citation Index (SCI) desarrollados por Thomson-ISI -Empresa con ánimo de lucro-. Es preciso mencionar que estos indicadores se calculan sobre 7.922 revistas científicas de todas las disciplinas, de las cuales más de 3.000 corresponden al área médica, mientras que solo 82 pertenecen al área enfermera. Esta cifra apenas alcanza el 0,01% del total, y ninguna en español (4). Este agravio comparativo produce una infravaloración de la producción científica generada por investigadores de disciplinas sanitarias distintas a la medicina, que coherentemente publican sus estudios en revistas indexadas en bases de datos de su ámbito disciplinar.
Uno de los organismos públicos más destacados y con mayor historia en la convocatoria de ayudas y subvenciones para la financiación de proyectos de investigación es el Instituto Carlos III. Este instituto ha presentado en todas sus convocatorias el factor de impacto procedente del SCI de Thomson-ISI como parte del baremo de valoración de méritos científicos, e incluso ha limitado la entrada en su aplicación web de publicaciones indexadas fuera de MEDLINE -base de datos biomédica-. Esta limitación se agudiza especialmente en aquellas convocatorias con mayor dotación presupuestaria, como pueden ser los Centros de Investigación Biomédica en Red (CIBER) o las Redes Temáticas, mermando el desarrollo científico y profesional de otras disciplinas de gran utilidad social como el cuidado de la salud o la psicología, entre otras. Como ejemplo de estas convocatorias, se pueden mencionar la Resolución 8.158 de 27 de marzo de 2007, la Resolución 8.263 de 21 de marzo de 2007, la Resolución 10.961 de 13 de junio de 2006 o la Resolución 6.320 de 30 de marzo de 2006.
Agravando aún más la actual situación, las agencias de acreditación profesional parecen haber tomado como referencia el baremo utilizado por el Instituto Carlos III para la evaluación de la producción científica de los profesores universitarios pertenecientes al campo de las ciencias de la salud. En este sentido, la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) -Ministerio de Sanidad y Consumo- y otras agencias autonómicas como la Agencia Andaluza de Evaluación -Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa- utilizan en su baremo el factor de impacto recogido en el JCR de Thomson-ISI como único criterio bibliométrico de calidad científica (5,6). Esta gravosa discriminación comienza a tener repercusiones en el acceso a las plazas de profesor titular para impartir los nuevos Grados en Enfermería, Fisioterapia, Podología, etc., ya que serán ocupadas por profesionales de un área disciplinar distinta a la que imparte -mayormente de la medicina-, lo cual tendrá graves repercusiones en la orientación y desarrollo curricular de los nuevos profesionales y, consecuentemente, de su contribución profesional a la población.
La próxima extensión de este descrédito hacia la investigación en cuidados, si no es ya una realidad, podría ser la carrera profesional dentro del Sistema Nacional de Salud, que podría fácilmente influenciarse por las agencias de acreditación profesional y por el Instituto Carlos III que hasta 2008 dependía del Ministerio de Sanidad y Consumo.
De este modo, se puede observar cómo los organismos oficiales nacionales y autonómicos realizan un injusto menosprecio con la producción científica llevada a cabo por investigadores no médicos debido a publicar sus estudios en revistas indexadas en bases de datos de su área disciplinar. Esta depreciación de la calidad científica de las revistas por el mero hecho de no estar incluida en una determinada base de datos -en este caso MEDLINE- o por no aparecer en los indicadores bibliométricos del SCI de Thomson-ISI, suponen un atentado contra el desarrollo científico y profesional en las disciplinas de Ciencias de la Salud. Esta situación viola el derecho a la igualdad de oportunidades en el acceso a convocatorias públicas tanto para la financiación de proyectos de investigación como para ocupar puestos en la docencia universitaria de la propia disciplina.
Por su parte, las enfermeras españolas continúan prefiriendo publicar en revistas españolas con el fin de facilitar la transferencia del nuevo conocimiento a la población a la que pertenecen, especialmente cuando existe un alto porcentaje de enfermeras que superan los 50 años y su formación curricular idiomática pasaba por el francés (7). Este hecho podría ser tildado de justo y responsable, al devolver a la población el conocimiento adquirido en investigaciones financiadas con el dinero de sus impuestos.
Por todo ello, se debe abrir un espacio de reflexión y debate entre los agentes que representan a las categorías profesionales afectadas y los órganos políticos, nacionales y autonómicos, para adoptar una fórmula que permita ajustar los baremos de las convocatorias públicas a cada área disciplinar, superando el único y tendencioso modelo actual.
BIBLIOGRAFIA