La utilización de las normas de Vancouver como requisitos de uniformidad para los artículos publicados en las revistas biomédicas, conlleva que algunas revistas científicas utilicen el apellido y la inicial del nombre para identificar a los autores de una publicación. De esta forma éste estilo científico oculta la identidad sexual de los autores científicos.
La utilización de la inicial, en lugar del nombre completo de los autores, supone una dificultad cuando se desea conocer o evaluar la actividad científica de forma diferenciada entre hombres y mujer, o al menos desarrollar indicadores mínimos que permitan realizar análisis y obtener datos estadísticos desagregados por sexos, como se ha recomendado reiteradamente por parte de instituciones nacionales e internacionales.
La identificación del sexo de los autores ha sido planteada como un hecho negativo en ocasiones al considerar que pone en entredicho la supuesta “objetividad” del método científico así el conocimiento del sexo del autor entraría en contradicción con la “universalidad” , “objetividad” y por tanto ocultamiento del investigador. No obstante es necesario considerar que su enmascaramiento hace reforzar la imagen androcéntrica subyacente a la ciencia durante siglos, siendo vista como algo generado y utilizado por los hombres.
La visualización de hombres o mujeres en la autoría saca a la luz cuestiones epistemológicas que ponen en entredicho que la objetividad vaya unida a la negación del investigador y plantean la necesidad de situar tanto a investigador como a investigados en la generación del conocimiento.
Juana Robledo Martín