Teresa González Gil
Hablar de competencias nos sitúa en el marco del Espacio Europeo de Educación Superior, el cual plantea una serie de exigencias para realizar cambios que logren una mayor adecuación de la formación universitaria a las necesidades y demandas sociales (1,2). Nos movemos en la llamada “sociedad del conocimiento” en la que todo es dinámico y cambiante siendo la capacidad de creación en innovación la que otorga valor a nuestra prestación de servicios. Por tanto, nuestro objetivo como docentes ha de estar centrado en dotar a nuestros alumnos de habilidades para hacer frente a nuevas e inesperadas situaciones de cuidado. En este sentido, los nuevos profesionales, al margen de manejar los conocimientos básicos acerca de la disciplina, deben de ser capaces de cuestionarse la realidad del cuidado e indagar en busca de nuevas respuestas al respecto. En definitiva, los nuevos profesionales han de desarrollar una adecuada gestión del conocimiento y poseer una eficiencia innovadora que apueste y asegure una exquisita calidad en la administración de cuidados enfermeros.
Es en este contexto, que las competencias relativas al ámbito investigador se antojan como imprescindibles debiendo adquirir un peso importante en la formación de nuestros alumnos. Así, todo profesional de enfermería habría de desarrollar una capacidad de crítica y autocrítica para, en una posición de compromiso ético y por la calidad del cuidado, ser capaz de tomar decisiones juiciosas y de resolver problemas aplicando los conocimientos a la práctica (conocimientos éstos basados en la mejor evidencia disponible) que exigen del profesional habilidades de investigación, de gestión de la información, de análisis y síntesis, así como una actitud de apertura y de apuesta por la innovación y creatividad.
Con estos planteamientos de partida y volviendo a la realidad de la práctica docente (teniendo en cuenta la estructuración de los estudios de enfermería en los ciclos de grado, master y doctorado), debemos de reflexionar sobre el nivel de logro o dominio de estas competencias (básico, intermedio o avanzado) que, creemos, deben de alcanzar nuestros alumnos en sus diferentes fases formativas. Esto es fundamental para, posteriormente, ser capaces de desarrollar los planes de estudios correspondientes a cada ciclo (introduciendo contenidos de metodología de la investigación de forma específica mediante asignaturas concretas o transversalmente a través de diferentes estrategias docentes a la sombra otras asignaturas).
En relación a la experiencia docente de nuestro departamento, y teniendo en cuenta las diferentes propuestas que sobre la distribución de competencias en los diferentes ciclos formativos se realizan desde el Libro Blanco de Enfermería (3), el Real Decreto 99/2011 de 28 de enero por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado (4,5) y el grupo Investén (6), planteamos que:
En el marco de las enseñanzas de grado, o enseñanzas básicas, cuyo objetivo es la formación general y preparación del estudiante para el ejercicio de las actividades de carácter profesional (1,2) la tendencia competencial habría de centrarse en: (a) responsabilizar a los alumnos de su propia formación dotándoles de herramientas para un aprendizaje continuo (a lo largo de toda la vida profesional), crítico, reflexivo y comprometido, (b) generar cultura investigadora en los alumnos haciéndoles conscientes de la necesidad de cuestionarse las cosas y de buscar nuevas propuestas resolutivas, (c) proporcionarles habilidades básicas para el acceso a fuentes de información y (d) familiarizarles con el método científico.
Avanzando al segundo ciclo formativo, los masteres universitarios (enfocados hacia una formación avanzada de carácter especializado, bien sea a nivel académico o profesional, o dirigidos hacia la promoción de tareas investigadoras) (4) han de preparar a los alumnos para, en términos generales: (a) generar preguntas de indagación actuales y pertinentes y (b) resolver dichas preguntas a través del proceso CEBE (cuidados enfermeros basados en la evidencia). Esto implica poseer conocimientos avanzados sobre las diferentes fuentes de información en cuidados y conocimientos intermedios sobre metodología de la investigación que aseguren una selección de la información más rigurosa y de calidad. Además, a este nivel, los profesionales han de adquirir un compromiso real con la comunidad científica siendo capaces de contribuir a la difusión del conocimiento generado (al menos en los ámbitos profesionales más cercanos). En el caso particular de los masteres con orientación investigadora, los alumnos habrán, además, de estar en disposición de: (a) plantear preguntas de indagación no solo actuales y pertinentes sino también novedosas o innovadoras y (b) planificar correctamente propuestas de investigación para su resolución.
Finalmente, los estudios de tercer ciclo o doctorado capacitarán a los futuros doctores para ser los promotores de los nuevos cambios e innovaciones en la disciplina enfermera habiendo adquirido capacidad y destreza personal (5) para: (a) identificar áreas de conocimiento estériles o con carencias y generar preguntas de indagación actuales, pertinentes e innovadoras; (b) planificar y desarrollar propuestas de investigación rigurosas; (c) difundir el conocimiento generado a la comunidad científica abriendo posibilidades de trabajo y colaboración a través de redes de conocimiento; y (d) asegurar que los resultados, el nuevo conocimiento, llega su punto final (la mejora de la práctica clínica). Para todo ello tendrán un conocimiento avanzado en metodología de la investigación y en gestión de la información así como capacidad de liderazgo para motivar, movilizar y asesorar a los profesionales con menor formación académica. En la misma línea habrán de ejercer como referentes en la promoción y defensa del paciente/usuario y su familia en tanto que elementos centrales del sistema sanitario (ejerciendo así el compromiso ético y por la calidad en su máximo exponente).
BIBLIOGRAFÍA: