La perspectiva de género en el cuidado informal: La percepción de los Profesionales Sanitarios de las Cuidadoras y viceversa

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Resumen

Descripción: Teniendo como primera intención desligar el papel del género en la construcción de la práctica del cuidado a familiares y pacientes, se puede recurrir a muchos enfoques, conceptos, metodologías y teorías procedentes tanto de las disciplinas biosanitarias, de la antropología, la sociología, la historia, la epistemología y en especial de los estudios de género. Muchas monografías, declaraciones oficiales del Instituto de la Mujer o estudios que relacionaban salud y género, han opinado más sobre la hipotética función ideal de las cuidadoras que sobre la realidad que se les presenta actualmente. Uno de los argumentos centrales es la defensa de la función y práctica del cuidado por encima de factores tales como la diferenciación sexo/género de la persona que cuida, la clase social, la etnia, la religión, la edad o incluso la orientación sexual y con ello el fomento del derecho universal a la salud.

Luego hemos de centrarnos en el marco teórico que supone el cuidado desde el punto de vista de una persona no formada para esa función. Una persona que se dedica al cuidado de manera no profesional pero que sin embargo ha de prestar un servicio de ayuda, de atención de salud, de sustitución en las actividades de la vida diaria hacia una persona afín, con parentesco familiar por lo general. Si además pensamos en que cada vez es mayor el porcentaje de población de más edad debido fundamentalmente al aumento de la expectativa de vida y la disminución de la tasa de natalidad, planteamos que también los tratamientos médicos y farmacológicos influyen en éste aumento de la longevidad y por último se aprecia de manera evidente que la mejora de los cuidados de enfermería son parte sustancial de la disminución de la morbilidad de las enfermedades en general. Resulta evidente que aumentará, en un futuro próximo, el número de personas que necesiten algún tipo de ayuda y, por tanto, el número de cuidadores.

Si atendemos a un perfil tipo de la persona cuidadora obtenemos que la mayoría de los cuidadores son mujeres, de las cuales un 43% son hijas, un 22% son esposas y un 7´5% son nueras de la persona cuidada; prestan un servicio diario, normalmente tienen una edad de entre 45 y 65, casadas, comparten el domicilio con la persona cuidada, no tienen una ocupación laboral remunerada del cuidador, no reciben ayuda de otras personas, la rotación familiar o sustitución del cuidador principal por otros miembros de la familia es moderadamente baja, la percepción de la prestación de ayuda es netamente insuficiente por el cuidado permanente y además una parte de ellos comparte la labor del cuidado con otros roles familiares como cuidar de sus hijos. (1)

Pero, ¿por qué es la mujer la principal cuidadora? Debido a la educación recibida y los mensajes que transmite en sí la sociedad, se favorece la concepción de que la mujer está mejor preparada que el hombre para el cuidado ya que tiene más capacidad de abnegación, de sufrimiento, es más voluntariosa… de ésta manera se mantiene una visión completamente negativa de aquella mujer que no ejerce sus obligaciones de cuidado para con sus familiares (2). Todas estas corrientes tergiversadas de la realidad exigen pues un tratamiento en su conjunto desde la perspectiva de género. Por otro lado, progresivamente los hombres van irrumpiendo (muy tímidamente aún) en el panorama: van participando progresivamente en el cuidado de las personas mayores adquiriendo menos papel como cuidadores principales y más como ayudantes de las mismas, lo que significa un atisbo de cambio progresivo de la situación.

Pero centrándonos en la visión que los profesionales sanitarios mantienen actualmente de las cuidadoras informales (ayudantes improvisados, pero imprescindibles) podemos afirmar que si como se ha expuesto, la mejora de la prestación sanitaria provoca un mayor número de personas mayores y el asociado aumento de riesgo de problemas de salud física, es lógico pensar que se verá cada vez más positivamente la figura de las cuidadoras y más aún cuando es tan necesario su papel. Y todo ello debido desgraciadamente a la inadaptación de los servicios sanitarios respecto a la demanda exponencial de necesidad de cuidado de la sociedad. La enfermera concibe a las cuidadoras como un pilar básico en la aplicación de los cuidados al paciente, digamos que como profesional tiene unos horarios, una limitaciones de recursos y por supuesto adolece de una dedicación exclusiva, así pues, como no puede otorgar toda su atención al mismo, debe delegar en las cuidadoras muchas de sus funciones del cuidado, extendiendo así sus labores a través de la misma y en muchas ocasiones son los ojos, las manos, las acciones o las opiniones de éstas las que indican o no la correcta evolución de la enfermedad, la adecuada respuesta al tratamiento o la adaptación de la nueva situación de salud de un paciente dependiente.

Lo que ocurre también es que el profesional de la enfermería se centra generalmente en una dimensión biosanitaria del cuidado al paciente, y realmente ésta consigue sus propósitos de salud en la mayoría de los casos. La labor de la cuidadora transciende sin embargo mucho más allá, sirviendo no sólo de sustituta de la enfermera en un tratamiento, de auxiliar de higiene y acicalamiento o bien de vigilancia de la evolución de una herida; además su adscripción familiar le otorga otras responsabilidades tales como de contacto con las administraciones, de abogada de prestaciones, de apoyo psicológico y de estima o bien de puerta para mantener las relaciones sociales.

Los problemas que pueden ocasionar las cuidadoras a los profesionales sanitarios tales como exceso de demanda, repetición de interrogantes en el cuidado, exigencia de servicios no relacionados con la función de enfermería, no prevalecen sin embargo sobre la armonía en la comunicación y relación que tienen la mayoría de las cuidadoras con su enfermera de referencia. Así pues se mantiene una relación tutorial de docente y asesora por parte de la enfermera. Como factor negativo admitir que ésta relación se torna en mucho casos insuficiente, es debido en muchos casos a las continuas diferencias entre las demandas y necesidades de las cuidadoras y a las limitaciones de las enfermeras en sí… todo esto puede demandar la creación de un nuevo marco de relación entre ambos actores y la administración.

Así pues es frecuente la visión que mantienen las cuidadoras informales de las enfermeras como profesional protector, como recurso de formación y de eje central de las demandas, tal y como aparece en las páginas webs Cuidadoras.net o bien en la Red Social de cuidadoras y cuidadores familiares, pero si concretamos en los resultados obtenidos en estudios concretos al respecto se obtiene que las cuidadoras en general refieren buen trato en las relaciones entre la familia y los profesionales. Aunque dicho trato se relaciona o se vincula a actuaciones individuales relacionadas con la amabilidad, el cariño o la relación cordial. (3)

Encontramos pues que la cuidadora se esfuerza por adaptarse a la estructura sanitaria, pero que su desencuentro con el sistema es patente y circunstancias tales como el acondicionamiento de los hospitales, facilidades de acceso, de pernoctación o de avituallamiento se encuentran siempre en continuo perfeccionamiento y son eje central de las demandas hacia la administración. (4)

Y es que con respecto a ésta, las cuidadoras no acaban de abandonar el ostracismo, la necesidad de inversión, de recursos, de aumento de la demanda que plantea el aumento de pacientes y unido a circunstancias como el descenso de natalidad, las mayores distancias entre los distintos miembros de las familias por motivos fundamentalmente laborales y la incorporación de la mujer al trabajo hacen que aunque la necesidad de cuidadoras sea cada vez más patente, éstas están cada vez menos disponibles y por tanto sean un tema candente y que preocupe en los despachos de toma de decisión. Si a lo anterior se añade que la escasez de recursos extra estatales para atender a las necesidades de las personas mayores es cada vez más preocupante (por ej. residencias, servicio de ayuda a domicilio o centros de día), resulta evidente que la escasez de cuidadores informales, unido a la elevada demanda de asistencia, supone un amplio reto para los sistemas sociales y políticos responsables de la atención al colectivo de las personas mayores, debido a la necesidad de acometer cambios en el sistema sanitario, debido a las continuas demandas de mejora que se exige al respecto y debido sobre todo al significativo ahorro económico que los cuidadores suponen para el estado.

Como conclusión se hace referencia a la obtenida en los estudios sobre las cuidadoras informales: Se hace imprescindible denunciar, hacer visible la realidad social-hospitalaria que tienen los cuidadores familiares y es por tanto necesario reconocer la importancia del conjunto de las actividades que realizan… para los pacientes, para los profesionales sanitarios, para la administración e incluso para la sociedad en su conjunto. (2)

Bibliografía:

1. Abellán García A, Fernández-Mayoralas Fernández G, Rojo Pérez F, Sancho Castiello MT, Pérez Ortiz L, Puga González MD, et al. A propósito de las condiciones de vida de las personas mayores. Encuesta 2006. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 2007.
2. IMSERSO. A propósito de las condiciones de vida de las personas mayores. [Internet]. Instituto de Mayores y Servicios Sociales 2006 [Citado el 10/08/2011]. Disponible en: http://www.imsersomayores.csic.es/documentacion/especiales/cuidadores/pyr/quiencuida.html.
3. Quero Rufián A, Briones Gómez R, Prieto González MA, Pascual Martínez N, Navarro López A, Guerrero Ruiz C. Los cuidadores familiares en el hospital universitario de traumatología y rehabilitación de Granada. Index Enfermería 2005 primavera/verano;14: 48-49
4. Abellán García A, Fernández-Mayorales Fernández G, Rojo Pérez F, Sancho Castiello MT, Pérez Ortiz L, Puga González MD, et al. A propósito de las condiciones de vida de las personas mayores. Encuesta 2006. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 2007.

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2012-01-01

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